Salomon y adidas, sobre divorcios y custodias

La nueva Salomon ACS Pro Advanced no es como la antigua. Y no, este no es un comentario de tipo desencantado con las zapatillas que se queja porque han tocado dos milímetros la puntera de la zapatilla de sus sueños. La ACS tiene una medisuela completamente nueva. Y no le queda mal. Pero lo curioso es el motivo del cambio. Su mediasuela original ahora la tienen otras zapatillas. De la competencia.

En 1997 adidas compró Salomon S.A. por unos 1200 millones de euros. El nuevo grupo, llamado adidas-Salomon AG compró unos años después otra marca outdoor, Arc’teryx, en lo que hoy sería el sueño húmedo de cualquier gorpcoreta. Durante un tiempo, Salomon era el lugar perfecto para realizar experimentos, las condiciones en las que los usuarios de Salomon (montaña) eran más duras que las de los usuarios de adidas (Primavera Sound) así que la innovación se testeaba primero en Salomon.

Y GCS era una de esas innovaciones. Ground Control System, un nombre muy bowie para una tecnología de zapatillas, consistía en una combinación de elementos mecánicos que permitía reposicionar el talón de la zapatilla en cada fase de la pisada. El talón era una pieza separada solo unos milímetros del resto de la suela y se unía a ella por una especie de ejes que permitían el movimiento. Al pisar, era esa pieza la que se adaptaba al terreno. El talón era una pieza separada del resto.

Le tecnología era tan avanzada que la pusieron en manos de Christian Tresser, el tipo que había diseñado las Air Max 97, Nike Zoom Spiridon o Reebok Aztek.

La idea era fantástica y adidas-Salomon comenzó a usarla en algunos de sus productos, primero en Salomon y luego en adidas. Las marcas compartían tecnologías y eran felices en su matrimonio. O eso parecía. Bajo el velo de la innovación se ocultaba que Salomon solo era el 10% de la facturación del grupo y a unos costes altísimos porque el grueso de sus ventas eran productos de esquí. Para solucionarlo, adidas hizo lo mismo que había hecho 20 años antes, cerrar fábricas en Europa y comenzar a producir en Asia. Y así aguantó hasta que en 2005 vendió Salomon por 485 millones de euros.

Como en otras separaciones, ambas partes hicieron como si lo tuvieran todo muy bien atado, pusieron buenas caras, dijeron que se deseaban lo mejor y se repartieron las pertenencias comunes. adidas se quedó el Ground Control System que evolucionó hasta convertirse en Formotion.

Desde entonces adidas ha utilizado el sistema Formotion en muchas de sus zapatillas de Trail, running e incluso baloncesto. A Salomon le ha ido bastante bien. En Amer Sports es «hermana» de Wilson o Atomic, marcas del lado más duro del deporte, el que se dedica a raquetas, esquíes y balones. A diferencia de ellas, Salomon se ha convertido en los últimos años en una tendencia en calzado. Y cuando han intentado relanzar algunos de sus modelos se han cruzado con adidas, porque adidas era la propietaria de algunas de las patentes del grupo adidas-Salomon.

Así que las Salomon Ground Control System Pro ahora son ACS (de Agile Chassis System, otro sistema propiedad de Salomon). Y casi a la vez, adidas reedita algunos modelos de la época, pero ellos sí utilizan Formotion.

Si echas de menos las Salomon originales, busca unas adidas.

Lo que vi y lo que no vi en AIR

Un helado es casi imposible de fotografiar. La fotografía profesional implica unos tiempos y unas temperaturas que son incompatibles con el helado. Por eso en las campañas de helados suelen fotografiarse purés con colorante, que en pantalla parecen mucho más reales que el helado real.

Puede que con este inicio no lo parezca, pero voy a hablar de Air y hay spoilers. Bueno, en realidad supongo que más o menos sabes cómo acaba, con Michael en Nike.
Antes de ver AIR ya suponía que un experto en helados sabría identificar que aquello no era más que un puré. Me faltaba saber si el puré al menos parecía helado.

 

La película está ambientada en 1984, comienza con una canción de Dire Straits que suena muy ochenta y te coloca exactamente en el contexto. Que la canción en realidad sea de 1985 es un puré bien conseguido.

David Falk, el agente de Michael Jordan durante toda su vida profesional, era solo un empleado de una gran agencia, ProServ, que no aparece ni un momento en la película. Falk gestionaba el baloncesto en una compañía que había nacido en el tenis porque su fundador, Donald Dell, era primero compañero y más tarde agente de Stan Smith y Arthur Ashe. Podrían haber contado que Jordan fichó por ProServ, que la experiencia en el tenis de ProServ le llevó a proponer una imagen de Michael similar a la de los tenistas, y que Falk, por entonces parte de ProServ, terminó fundando su propia agencia con Jordan como principal activo. Pero quizás sería incluir más personajes y una subtrama más. No es una historia cierta del todo pero es lo que se puede contar en 140 minutos. Me como el helado.

También hay omisiones curiosas. Por ejemplo, George Raveling que en la película parece un entrenador ajeno a Nike, era parte de la empresa en ese momento y por eso insistió a Michael. De hecho, en la foto oficial de la selección olímpica de 1984 aparece con calcetines Nike, una pequeña rebeldía.

Y un detalle sin importancia que parece que van a contar pero no. Michael estaba obsesionado con tener un coche, en Nike quisieron hacerle una broma y durante su primer encuentro oficial le regalaron un coche…de juguete.

Hay otras historias que se retuercen un poco más para que encaje en «el relato». De hecho funcionan como idea principal de la película cuando no son ciertas. Nike no tenía el control del baloncesto que tiene hoy día, pero tampoco era ninguna desconocida. Desde 1972 la Blazer rondaba por las canchas y un par de años antes de la llegada de Michael fue el momento de la Air Force 1. Entre sus jugadores estaban Moses Malone, Sidney Moncrief, George Gervin, Michael Ray Richardson o Jeff Ruland, que quizás no son muy recordados pero eran los mejores en rebotes, puntos y robos. Magic Johnson y Larry Bird habían llevado Nike en la universidad. En el All Star de 1984, unos meses antes de que llegara Mike a la NBA, la presencia de Converse era abrumadora, 14 de los 25 jugadores seleccionados usaban la estrella. Pero Nike era la segunda marca, con 4 jugadores, por delante de adidas. Para reforzar la idea de que adidas era la marca del momento hablan de My adidas, una canción de 1986.

Las ventas de Nike en el baloncesto habían bajado, pero también había caído el running. El problema de Nike es que tenía a demasiados jugadores a sueldo en la NBA. Ofrecía un porcentaje de las ventas de baloncesto a sus jugadores desde unos años antes y en la explosión de las zapatillas se vieron pagando millonadas a jugadores secundarios. Decidieron ofrecerles dinero a cambio de finalizar sus contratos y reiniciar el proyecto Nike Basketball.

En ocasiones, Air cree a pies juntillas la historia oficial de Nike, que cuenta que Michael Jordan nunca había usado Nike. En un repaso no demasiado exhaustivo se encuentran fotos de Mike con Nike en la universidad. Hace solo unos meses salieron a la luz las primeras zapatillas que Nike envió a Michael en 1983, cuando ya había contactos.

Otra historia que suele contar Nike es que decidió apostarlo todo por Jordan y le salió bien. En realidad, 5 de las 10 primeras elecciones llegaron a la NBA con nike. Y entiendo que nadie recuerde las zapatillas de Otis Thorpe, pero alguien debería levantar la mano y preguntar ¿no ficharon a un tal Barkley?

En una nebulosa, entre verdades, mitos y mentiras, está el asunto de la prohibición de las AJI. Una cosa que sabemos es que el revuelo fue con una zapatilla predominantemente negra y la que aparece en AIR no lo es. De hecho jugó con ellas sin problema y sin multa.


Finalmente llegan los detalles, los fallos a los que no encuentro explicación. En el proceso del diseño de la Jordan aparece una Air Force 1 mid que debió adelantarse una década a su lanzamiento. Hablan de Just Do It, el lema de Nike que no se estrenó hasta 3 años después, dicen que Nike compró Converse en 1996 y Rob Strasser tenía diez años menos (en cambio, han utilizado el nombre real de la hija, que terminó trabajando en Nike). Cuando cuentan a Phil Knight que ya tienen el nombre de la línea de Jordan, en la película dice que no le gusta, pero que «espera que le acabe gustando», una frase que, ya sea verdadera o falsa, se suele atribuir a lo que Knight dijo cuando vio el swoosh. El chándal de Phil de los noventa, las gafas Oakley desubicadas…
Detalles sin importancia para la trama y que identificaremos cuatro (me da la sensación de que los cuatro están leyendo esto).

Veredicto final: puré. Más allá de los fallos puntuales y que es un error buscar la verdad en el cine, el tono no me huele al Nike de los ochenta, los personajes parecen forzados a encontrar algo que los identifique claramente y va saltando de relato oficial a giro obligado por el drama.

Algo así como cuando las marcas recuperan grandes siluetas del pasado…y no terminan de encajar.

Nike y los fracasos

Justo cuando el Air Max Day se había convertido en una rutina desilusionante (el adjetivo tiene sentido, hay rutinas inspiradoras), Nike se ha decidido a contar una historia que me recuerda que Nike, por momentos, sigue siendo Nike. 

En 2014 Nike se inventó en Air Max Day, la fecha en la que supuestamente se pusieron a la venta las primeras Air Max. Unos años antes se había preguntado ¿qué es realmente Air Max? y su conclusión fue que debía contar una nueva historia en la que Air Max no solo fuera una tecnología, era un estilo. La tecnología es la que todos conocemos, una burbuja vibile con SF6, el estilo era el de una juventud que usaba zapatillas de running que no usaban los verdaderos runners. Raperos franceses enamorados de las BW, coleccionistas japoneses que pasaban del selvedge a las zapatillas, gabbers holandeses que no tenían miedo a manchar sus Air Max entre drogas sintéticas. Simplificando mucho, Nike había encontrado lo que Adidas ya tenía en Terrace. 

El razonamiento era bueno pero tenía lagunas. Implicaba que eran Air Max la I, Light (ahora olvidada), III (ahora llamada 90), BW, 95, 97… y 180, aunque en su origen la 180 no era una Air Max sino un paso más. En 1991 Nike ni siquiera llamaba Air Max a las 180, en los anuncios de la época Air Max era el pasado, 180 AIR era el futuro.

Aquel paso adelante de la 180 se frenó en seco porque algunas de las patentes entraban en conflicto con otras registradas por Avia. Y Nike volvió a las Air Max. 

Pero además, relacionar tecnología Air Max con estilo Air Max dejaba fuera de la ecuación muchas zapatillas con Air Max. Aclaro trabalenguas. Cuando Nike creó la tecnología Air Max la incluyó en modelos de distintos deportes, algunas de las primeras zapatillas con Air Max se diseñaron para baloncesto, tenis, aerobic o para caminar. Todas ellas tenían tecnología Air Max pero quedaban fuera del estilo Air Max. No querían que el estilo joven de las Air Max se relacionara con una zapatilla que habían diseñado en 1988 para que las señoras de mediana edad caminaran. 

Ya tenemos definición de Air Max. Luego tenemos las historias, la del Pompidou, la anatomía del pie o el tren bala japonés. Historias no del todo reales que se desmontan cuando algunos de los diseñadores cambian de compañía y pueden contar la verdad. 

Llega 2023 y Nike hace algo 100% Nike, destrozar su historia y crear una nueva, que además está basada en un fracaso. El de la primera Air Max, diseñada con una gigantesca ventana y retirada del mercado poco después de su lanzamiento. ¿Es peligroso dedicar tu comunicación a tus fallos? Puede que lo sea para otras marcas, pero durante décadas Nike ha hablado sin tapujos de sus fracasos. La primera zapatilla con Air, la Tailwind de 1979, se destrozaba por el tejido con acabado metálico del upper, la primera zapatilla con el swoosh, una bota de fútbol llamada The Nike, se deshacía en bajas temperaturas, durante los 80 Nike puso a la venta sus propios monitores para controlar el ritmo cardíaco tan adelantados a su tiempo que nadie los comprendía y bien entrados los 90 colocó Air Max en la sagrada Pegasus. 

En 2004 Nike presentó Genealogy of Speed, un repaso a su relación con la velocidad en la que había tantos éxitos como fracasos. La suela de la Talaria, la Huarache Internationa o la Flight Huarache se presentaban como errores. Uno de sus fracasos más visibles se produjo durante un campeonato del Mundo de atletismo, cuando Quincy Watts, uno de los favoritos del 400, perdió sus opciones porque se le destrozó la zapatilla en plena carrera. Una historia que muy pocas veces se cuenta y que curiosamente contó Nike. La relación de Nike con los fracasos era tan íntima que muchos de sus éxitos se basan en momentos que podría haber evitado. La Presto, una zapatilla que cambiaba el modo de entender las tallas (de XS a XXL) surgió entre pruebas para la Zoom Alpha, cuando un probador insistió en usarlas a pesar de usar una talla mayor.  

Aunque suene a frase manida de entrepreneur, Nike es lo que es por los fracasos. O como dicen los pilotos, si lo tienes todo bajo control, no vas lo suficientemente rápido. Pero Nike además lo comunicaba, en una estrategia que si mirabas el resto de la marca tenía sentido. En unos momentos en los que Nike parece vagar sin rumbo (y en el lodo), retomar una de sus ideas fundacionales es un valor seguro. Al menos para la marca, quizás los compradores no lo entiendan del todo.

SeinfeldSZ9

Hace 180 capítulos tomé una decisión, repasar en twitter cada episodio de Seinfeld buscando  zapatillas y otras referencias culturales, algo de lo que ya me había arrepentido hace unos años cuando hice algo parecido con The Fresh Prince. Es interesante ver cómo ambos series comienzan como un monográfico de Nike y va poco a poco desapareciendo. En el caso de Seinfeld hay una fecha clave, el episodio 100, en el que Jerry, el personaje más interesante desde el punto de vista zapatillero, comienza a usar zapatos y botas.

Jerry tenía un plug en LA, alguien conocido como The Nike Lady, que le enviaba todo tipo de producto con la esperanza de que apareciera en TV. Mitológica era una tienda Nike con acceso restringido en el que solo los elegidos podían encontrar todas las novedades de la marca pero ningún cajero. Solo tenían que señalar el artículo deseado y sería suyo.
Tracy Hardy-Gray, The Nike Lady, parecía tener contacto solo con Jerry porque George Costanza, que luego sería un enamorado de las Cortez, comenzó llevando Reebok. En el quinto episodio de la primera temporada Jerry parece hacerle un guiño en pantalla a Tracy, cuando para iniciar una conversación dice que tiene un contacto que le proporciona zapatillas.

Jerry presumiendo de enchufe. Y a la tía le da igual. Evidentemente, lo dejan.

Enviar zapatillas a las series era una tradición desde el principio de los tiempos. En Apartamento para tres, Los ángeles de Charlie o Arnold era muy habitual ver Nikes cedidas amablemente por la marca.

Muchos de los que trabajaban en Seinfeld recuerdan las cajas llegando al estudio como uno de los únicos momentos alegres de Jerry. Nike también creaba producto personalizado para la serie, zapatillas con el logo, camisetas o chaquetas para celebrar el episodio número 100.

Una de las prendas que se repartió entre el equipo

Y de repente, desaparece. No del todo, seguimos viendo zapatillas, aunque desde entonces solo lo hacían cuando había un motivo de peso, una referencia deportiva o algunos de los protagonistas haciendo deporte. ¿El motivo? Gary Warnett plantea que la FCC (Federal Communications Commission, el organismo encargado de gestionar las comunicaciones por tv y radio en Estados Unidos), endureció sus normas contra la publicidad encubierta.

Apartamento para tres, alguien en las oficinas de Nike saltó de alegría

Las zapatillas de Jerry durante la serie tienen poco en común. A él le gusta contar que siempre lleva zapatillas blancas como su ídolo el jugador de fútbol americano Joe Namath, pero durante la serie lleva modelos de otros colores, Mowabb o Escape. Algunos modelos de baloncesto, cross training, Jordan y tenis muy técnico que raramente se veían por las calles. Si vemos sus elecciones actuales parece que sus aciertos de los noventa fueron flor de un día, ahora está abonado a Shox personalizadas.

Y ojo que las hay peores, a veces va con zapatillas a juego con su coche

Aunque se habla de Jerry como el ejemplo de vestimenta de los noventa, sus elecciones tenían poco que ver con la moda de la época. Desde el primer encuentro con los encargados de vestuario, Jerry planteó que quería una imagen que no pudiera relacionarse con un momento concreto, que pudiera ser visto 10, 20 años después sin que la ropa te separe del argumento. Y lo consiguió, aquí estamos hablando de ella.

NBA 2021/22. Crónica estética de los playoffs

Termina una temporada NBA, el momento del análisis. En los lugares habituales habrás encontrado los también habituales debates sobre estrategias, aciertos y los imprescindibles y aburridísimos listados de los mejores jugadores de la historia, pero a mí me toca analizar otro tema. La imagen. Y este año, por fin, hemos visto algunos cambios. 

Empezamos por lo general. Declaramos finiquitada la era de los pantalones baggy. Una estiradísima tendencia que comenzó a finales de los ochenta y que aguantó más en las canchas que en las calles. Hace algunas temporadas los jugadores jóvenes comenzaron a recortar la longitud de sus pantalones y ahora es ya aceptado como una tendencia natural incluso entre los veteranos. 

 

Adam Silver no es David Stern y al parecer tampoco tiene su afán de control. Durante la pandemia relajó un poco las normas de vestuario y los entrenadores ya no están obligados a usar traje y corbata. Ahora usan un uniforme…que no queda igual a todos. 

A mitad de los ochenta la NBA prohibió formalmente las camisetas visibles bajo los uniformes, algo que venía haciéndose en ligas universitarias y europeas con toda normalidad y que según Stern daba una imagen de poca profesionalidad. Desde entonces si un jugador quería llevar una prenda bajo el uniforme debía presentar una prescripción médica. Hoy día prácticamente todos los jugadores NBA usan prendas ajustadas como primera capa y poco a poco se ha ido normalizando que puedan verse las mangas. 

 

Otra de PJ Tucker son los calcetines. En la era Stern usar unos calcetines diferentes a los de tus compañeros podía llevarte a Alcatraz. PJ Tucker usa los oficiales, pero prefiere los blancos. Irving ni eso, prefiere los de su línea con Nike. Con logo propio. Eso no se atrevió a hacerlo ni Michael Jordan. 

 

¿Más elementos prohibidos? Hace unos años prohibieron a LeBron utilizar una máscara negra porque escondía sus rasgos, una explicación que nunca llegué a entender. Esta vez Embiid la ha llevado sin problemas.

 

¿Gafas con cristales coloreados? Prohibidas en tiempos de Wade, que pidió jugar con ellas para mitigar los efectos de la migraña. Ocultaba su mirada, lo que según la NBA podía suponer una ventaja competitiva. Si nos ves hacia dónde mira, puede ser más difícil saber qué hará con el balón. Este año se las han permitido unos cristales levemente tintados a Reggie Jackson y Bobby Portis. Dos jugadores a los que no se les podría adivinar los movimientos aunque tuvieran una ventana directa a sus cerebros. 

 

Son solo cambios estéticos, claro. Pero siempre hay algo detrás de ellos. La NBA intenta acercarse a eso llamado lujo a través de colaboraciones con Louis Vuitton, Hennessy o Moët & Chandon, curiosamente, tres marcas de un mismo grupo empresarial (llamado LVHM precisamente por ellas).  A la vez va dándole más libertad a la imagen de los jugadores. Será porque ahora los jugadores buscarán su libertad en el lujo. 

Nike explicado a través de la vuelta de Tiger

Tiger Woods vuelve al Masters y el relato, tal y como hemos visto en cientos de pelis, debería ir por el camino de la redención. Al menos en la narrativa americana de ídolo caído que vuelve, en otros lugares preferimos que el cuento acabe en desgracia.

Así que ahí está Tiger deseando ganar para explicarle al mundo un rollo sobre luchar por tus sueños, que hay creer en uno mismo y tomar buenos alimentos. En estos años de desfases varios en los que se convirtió en adicto al sexo, Nike fue su único aliado. La marca tiene una relación muy extraña con los deportistas que caen en desgracia.

La atleta Marion Jones nunca dio positivo pero fue a la cárcel por mentir en una investigación fiscal. Para Nike se convirtió en una apestada, porque mentir es malo, aunque no des positivo. Pregúntale a Lance Armstrong. James Gatlin dio positivo un par de veces y Nike celebró su reaparición, porque doparse es malo pero no mintió tanto como Marion y Lance.
Michael Vick fue a la cárcel por maltrato animal y fue denunciado por una mujer que había contraído un herpes genital después de una relación con él. Vick había estado tratándose la enfermedad con un nombre falso, Ron Mexico, por lo que era obvio que sabía que podía contagiarla. Nike anunció que dejaba en suspenso su contrato, pero le recuperó más tarde. Quizás pensara lanzar una línea con el nombre de Ron Mexico.  Así que para Nike es perdonable organizar peleas de perros y contagiar herpes. Kobe Bryant, Dennis Rodman, Pistorius, Entre los deportistas de Nike los hay con una conducta intachable y tachable, con enfermedades de transmisión sexual y sin ella, dopados y algunos que no sabemos si lo están. Pero Nike, ni en general, ninguna marca, tiene un manual de conducta para casos como esto.

 

A Nike le viene genial Tiger para mantener su historial de polémicas. Para cada una de sus reapariciones Nike tenía preparada una campaña que soliviantara a los biempensantes.

Uno de los motivos por los que Tiger sigue siendo Nike es Phil Knight, uno de fundador de la marca y a día de hoy accionista mayoritario. Pero Knight es mucho más. Aunque no esté ya en activo, su espíritu sobrevuela Nike como el examinador definitivo. Knight y Tiger estudiaron (sic) en Stanford, obviamente con unas décadas de diferencia. La apuesta de Nike por Tiger Woods era una apuesta de Knight, no solo un intento de vender bolas de golf. Por momentos, no se sabía si Nike fichaba a Tiger para vender artículos de golf o si vendía artículos de golf para poder contratar a Tiger. Mientras el señor de las gafas oscuras siga por ahí, a Woods se le perdonan las drogas, los accidentes, las mujeres y hasta los zapatos.

Porque Tiger, con una severa colección de calzado con Nike, se ha presentado en el Masters con unos zapatos Footjoy. Tiger y Nike se han comportado de un modo admirable. Uno habla de su relación con la marca y de cómo sus actuales lesiones le impiden jugar con el calzado que había usado hasta ahora. Nike responde que su trabajo es colaborar en las necesidades de los deportistas y que ya estaban trabajando en un modelo adaptado. Durante 25 años Nike puso a algunos de sus grandes nombres del diseño junto a Tiger para crear su calzado. Ahí estuvo Tobie Hatfield, el hermanísimo. Nike no tuvo tiempo para diseñar unos zapatos adecuados para su vuelta.

Todo perfecto. Bien explicado. Ojalá siempre fuera así. Pero.

Justo cuando Tiger se estrena en el Masters, Nike lanza una campaña en la que apoyan a su churumbel, protagonizada por ScHoolboy Q.

Nike no tuvo tiempo para diseñar un calzado adecuado pero sí tuvo tiempo para diseñar una campaña. Igual es que Nike es más rápida con sus anuncios que con su calzado.

Igual es que Nike se dedica al marketing, no al calzado. Hace años que lo anunció el propio Phil Knight, pero no necesitamos recordatorios tan explícitos.

El lío de las marcas y los Juegos Olímpicos

En los Juegos Olímpicos podemos ver lo nunca visto. No me refiero a récords mundiales y actuaciones memorables (que también) sino a jugadores que parecen olvidarse de que llevan años publicitando una marca y aparecen en los Juegos con otra, marcas en deportes para los que no fabrican productos, marcas desconocidas que se convierten en omnipresentes y otras que desaparecen… Así que voy a tratar de explicar la extraña relación de las marcas y los Juegos Olímpicos.

Las federaciones deportivas son entidades asociativas privadas sin ánimo de lucro que se encargan de fomentar, patrocinar y organizar la práctica de un deporte. Las federaciones de los deportes olímpicos deben formar parte del Comité Olímpico Español, que es una entidad también privada cuyo objetivo es desarrollar el movimiento olímpico. Tendemos a pensar que el Comité Olímpico Mexicano es el representante mexicano en el Comité Olímpico Internacional, pero es justo lo contrario. El Comité Olímpico Mexicano es el representante del Comité Olímpico Internacional en México. Parece un juego de palabras pero no lo es.
En las competiciones internacionales las selecciones nacionales no representan a naciones sino a federaciones, por eso no llevan el escudo nacional sino el escudo de su federación. Y las federaciones, como veíamos antes son entidades privadas.
En los Juegos, los deportistas no representan a sus federaciones sino a sus Comités Olímpicos. Por eso hay que quitar el escudo de la federación y poner el del comité nacional o la bandera. Además en los Juegos no se permite publicidad, solo un logo por prenda del fabricante, así que quita el logo de la federación y quita los patrocinadores, fuera Endesa, fuera la B de B-The travel brand y fuera la S tumbada del Consejo Superior de Deportes. El swoosh de Nike se permite uno por prenda siempre que ocupe un espacio menor a 30 cm².

Con escudo y tres logos

 

Sin escudo, sin logos

adidas tiene un problema de tamaño. En la camiseta de la selección, el logo de adidas es menor de 30 cm² pero las tres franjas en los hombros y las mangas no. Por eso juegan con una equipación distinta.

Pedri con franjas

 

Pedri sin franjas

 

Acabamos ya con la parte rollo y empezamos con el lío. Ya sabemos por qué las camisetas en los Juegos tienen un escudo distinto, porque representan a cada comité olímpico, no a su federación, pero ¿por qué en ocasiones tienen marcas distintas a las habituales? Porque las marcas llegan a distintos acuerdos con cada comité, no con las federaciones.

  • Por un lado están los comités olímpicos totalitaristas (no en el sentido que piensas, aunque a veces coinciden). El comité olímpico llega a un acuerdo con una marca para vestir a todas las disciplinas. Por ejemplo, todos los australianos llevan uniformes Asics. Da igual que la federación de fútbol tenga un acuerdo con Nike o que la de atletismo acabe de firmar con Puma. Todos visten Asics. Incluso en deportes en los que es extraño ver Asics. El asterisco lo pone la natación, Asics no se atreve. El Comité Olímpico Español lo hizo así durante una época, por eso en Barcelona 92 todos vestían Kelme o en Atlanta 96 John Smith.

    Australia, un día cualquiera con Nike

     

    Australia en los Juegos con Asics

     

  • Por otra están los comités que permiten que los deportistas lleven la marca de su federación y obligan a llevar las prendas del patrocinador olímpico en las ceremonias, en los momentos de ocio o los encuentros con la prensa. Hay comités que incluso llegan a acuerdos con marcas solo para la ceremonia de inauguración. A la hora de competir cada deporte siguen utilizando la marca de su federación. Por ejemplo, el patrocinador del comité olímpico francés es Lacoste y todos los franceses que consigan medalla la recogerán vestidos de Lacoste, pero cada uno competirá con una marca distinta, Mizuno los remeros, Jordan los jugadores de baloncesto, adidas los de balonmano y no tengo ni idea de lo que llevarán los de esgrima. En todo lo que esté relacionado con el rendimiento, sean entrenamientos o competición, cada deportista puede llevar la a zapatillas de la marca que quiera.
    Los límites de cuándo debes usar una marca u otra depende de cada comité. Por seguir con Francia, deben subir al podium con zapatillas Lacoste, aunque compiten con las zapatillas que quieran. También ocurre con Joma en España o Nike en Estados Unidos, así que prepárate para ver a Lillard con Nike en el podium…si pillan medalla. En Alemania el patrocinador olímpico es adidas, pero no solo deben llevar el uniforme adidas en las ceremonias, también lo deben llevar en el calentamiento, lo que ha dado lugar a extrañas mezclas como en gimnasia, donde llevan Erima bajo adidas (Erima fue propiedad de adidas en los 70) o en balonmano (donde mezclan Puma y adidas, como en la casa Dassler de los años 20).

    Alemania con pantalón Puma y camiseta adidas, el abuelo Dassler puede descansar en paz.

     

Ahora imagina el lío para Ricky Rubio, un jugador adidas en un equipo Nike representando a un comité que lleva Joma. Durante los Juegos puede usar zapatillas adidas, pero si está jugando debe usar las equipaciones Nike de la federación y si está paseando por la villa olímpica debe usar Joma, la marca del Comité Olímpico Español que en esta ocasión también les obliga a usar sus zapatillas. Seguro que cada una de esas organizaciones y marcas tienen a alguien vigilando desde casa. Bueno, yo también lo hago. Y pillé a Luka Doncic con calcetines Jordan, en lugar de los adidas de su selección. Y en la ceremonia de inauguración usó unas Jordan I, no el uniforme. Con eso cierro mi informe de chivato para los dos próximos meses.

Los Juegos Olímpicos están acostumbrados a una estructura amateur en la que los deportistas llevaban lo que se les mandaba, pero en los últimos años estamos viendo nuevos acuerdos. Los nadadores estadounidenses usan bañadores y gorros de sus patrocinadores personales, llegan a la piscina vestidos con el patrocinador de la federación y suben al podium con el olímpico. En una prueba por relevos puedes ver hasta cuatro marcas, aunque obviamente en la natación no es muy importante la uniformidad. En el voley playa, en el que sí es importante que vistan igual, uno de los equipos estadounidenses formado por Alix Klineman y April Ross juega con bikinis iguales con una pequeña diferencia, cada una lleva su patrocinador personal, adidas en el caso de Klineman y Mizuno en el de Ross. ¿Es un modo de dar visibilidad a las marcas que han apoyado a cada deportista? ¿Supondría eso una caída de ingresos de las federaciones y comités olímpicos? Si la función de una federación es promover su deporte ¿esa caída de ingresos no afectaría a la promoción del deporte recreacional?

VIRGIL ABLOH ICONS

 

Por lo general tengo tendencia a huir de las oficialidades y los libros no son una excepción, colocarle el sello de “libro oficial” supone limpiar la historia real y decorarla al gusto del creador. Ese es uno de los problemas de la última camada de libros de Nike.

Durante décadas los únicos libros relacionados con la marca eran externos, de antiguos colaboradores convertidos en enemigos (Nike de J.B. Strasser y Laurie Becklund) o coleccionistas (Nike Chronicle, Nike Vintage). Tenían una visión obviamente sesgada, pero no había un lenguaje oficial que habías escuchado ya en otros medios. En los últimos años la propia Nike se ha decidido a contar en primera persona su historia para controlar el relato. Hacerlo oficial. En unos pocos años hemos visto un asombroso Le Silver que se apartaba de todo el discurso de la marca para mostrar el movimiento local de las Air Max 97 en Italia, pero también libros que pecaban de oficialistas, Nunca te pares de Phil Knight, The Dunk Book y Nike: Better is temporary. Todos pecaban de lo mismo, contaban la historia como un publicista, no como un investigador. Y sí, ya sé que leer el libro del fundador de Nike y acusarle de oficialista es ridículo, pero también me parece ridículo eliminar de la historia a Sonny Vaccaro o Peter Moore solo porque terminaron en adidas. Vamos al tema, el último libro oficial de Nike, ICONS.

Tenía que llegar el libro de Nike sobre uno de los fenómenos del momento, Virgil Abloh. Editado por Taschen con el cuidado habitual, ICONS tiene más lecturas de las que podrían esperarse de un coffee table book creado para saciar a los hypebeasts. Sí, es fotogénico y en un color perfecto para ubicar como único elemento de lectura en un salón blanco con zapatillas al fondo y el inevitable toy de KAWS. Pero sorprendentemente hay mucho más.

En lugar de centrarse en el producto final o en su repercusión global, ICONS repasa el proceso de cada uno de los diseños, desde la elección de cada silueta hasta el resultado final, con un recurso que es a la vez estético y funcional; las conversaciones de texto entre Virgil y el equipo de Nike, que trabajaban en remoto eternamente conectados a sus teléfonos. Se incluyen así fotografías del proceso de creación y las correcciones de Virgil, con fecha y hora.

La segunda parte del libro está formada por una especie de diccionario de referencias de Virgil Abloh. Descubro con sorpresa que, en lugar de repetir lugares comunes, algunas de las breves definiciones nos muestran nuevos datos. Lo último que esperaba en un libro sobre THE TEN es aprender algo sobre Tinker Hatfield. Lo criticable no es tanto la elección de las referencias, sino que Virgil Abloh tenga unas referencias tan fácilmente asimilables. El llamado a liderar un cambio en el lujo a través de sus orígenes no coloca ni una sola referencia a esos orígenes que deben hacerle especial. Pero eso sería una crítica al creador, no al libro que se limita a confirmar una realidad. Asumamos que Virgil le dedica más tiempo a Lady Di que a Ghana. Asumamos también que si voy a escribir una reseña sobre un libro de Virgil Abloh le tenga que pegar algún coscorrón.

Un par de críticas que sí apuntan directamente a ICONS, por una parte algunos extractos del ensayo de Troy Patterson ¿de verdad necesitamos relacionar a Virgil con el situacionismo, McLaren y Westwood? Por otra parte, el prefacio de Hiroshi Fujiwara, que parece confundir el minimalismo con la vagancia. Le dedicó el mismo tiempo que a diseñar sus últimas Jordan I.

Pero este tipo de cosas no deberían decirse al final porque dejan mal sabor de boca. Vamos a quedarnos con que descubren, con imágenes y a través de texto, el proceso creativo de una de las colecciones que han marcado el camino del hype en los últimos años.

#freshprinceSZ9

Recién inaugurado el 2020 se me ocurrió la brillante idea de analizar el estilo y las zapatillas de alguna serie, capítulo a capítulo y mis opciones eran Friends, Seinfeld y El Príncipe de Bel Air. El público soberano eligió la última, que al menos es la más corta de las tres. Recordaba vagamente haber seguido la serie durante los noventa, pero me quedaba poco más que bailes de Carlton, alguna zapatilla y cuatro memes.

Seis meses después finaliza el visionado, comentado en twitter bajo el hashtag #freshprinceSZ9 y creo que debo un post para repasar algunos detalles en los que se mezclan las impresiones de aquella época con lo aprendido en esta revisión.

La serie está producida por Quincy Jones, habitualmente recordado por su faceta como creador y productor musical, pero más allá de su obvias habilidades musicales Quincy Jones siempre ha intentado convertirse en un gran hombre de negocios (no solo en la música, también en el cine, la televisión o la prensa escrita).

La historia original de El Príncipe de Bel Air está vagamente inspirada en la vida de Benny Medina, uno de los productores de la serie que había tenido su propio grupo en los setenta (Apollo), aunque su carrera en la música se desarrolló en los despachos, primero en Motown y más tarde en Warner Bros. Entre sus representados, Jennifer Lopez, Sean Combs, Mariah Carey y Tyra Banks…

Con nueve años, tras la muerte de su madre y la desaparición de su padre, Benny se crió en las calles de Watts. Benny se convirtió en un habitual de St Elmo Village, un proyecto de ciudad comunitaria para artistas creado por Rozzell Sykes y en el que colaboraban Edward James Olmos o el propio Quincy Jones. En un ambiente muy diferente, entabló amistad con los hijos de Berry Gordy, el fundador de la Motown y Jack Elliott (productor musical de Blade Runner y series de TV) que acabaría acogiéndolo en su casa.

Es decir, el tío Phil real, Jack Elliott, era músico, no abogado. Y era blanco. Convertir una relación negro-blanco en otra negro adinerado-negro pobre cambiaba por completo el sentido de la serie y la hacía más accesible a un público masivo.

Fue también idea de Benny Medina contar con Will Smith como protagonista, un rapero sin experiencia en la interpretación. La idea era no solo contratarle como actor, sin llevar a la serie algunas de sus características; era de Filadelfia, compartía nombre… e incluso la cabecera de la serie estaba claramente inspirada en el video de uno de sus éxitos, Parent´s just don´t understand, que se citaba de vez en cuando en la serie.

En principio El Príncipe de Bel Air debía tener tres temporadas, pero su éxito le llevó a renovar por otras tres. Y hay muchas diferencias entre lo que ocurre antes y después de esa renovación. A pesar de que la mayor parte del equipo era blanco, en las tres primeras temporadas sí que había ciertas referencias culturales relacionadas con la America negra. Hay citas de Malcolm X que en las últimas temporadas se convierten en mera decoración y las referencias a las clases sobre historia negra de la tía Vivian desaparecen, igual que las líneas argumentales en las que aparecen problemas de la comunidad negra. Will comienza como un adolescente con tantas dudas como interés por conocer su historia y acaba convertido en un tipo cuya único motivo para existir son las mujeres.

Esta es también la crítica de Janet Hubert-Whitten, la actriz que interpretaba a la primera tía Vivian que compartía con su personaje un pasado de lucha por los derechos civiles. Según ella, la mayoría de los guionistas eran blancos que representaban una imagen tópica de la negritud, el equipo de maquillaje no tenía ni idea de cómo debían enfrentarse a una tez negra y todo se centraba en fomentar la imagen de Will como un tipo divertido y ligón. A la vez que Will Smith iba tomando peso en la serie, iban olvidándose las referencias de la cultura negra, que se mantenían solo a través de otras comedias negras, aunque habría que preguntarse ¿no son también parte de la cultura negra? Una parte de la cultura aparentemente negra, creada por productores blancos.

La idea que todos asociamos a El Príncipe de Bel Air es en realidad la de las primeras tres temporadas. Incluso estéticamente, cuando hablamos de la serie nos referimos solo a las temporadas en las que Will lleva casi exclusivamente Nike y Jordan, enfrentado a la uniformidad de Carlton, siempre con Polo Ralph Lauren que sirve para estereotipar el personaje. En la primera temporada Will llega a decirle a Carlton que se tiraría del Empire State antes que llevar un caballito en la camisa… pero en las temporadas finales lo lleva sin que haya noticias de su salto desde el Empire State. Desde el primer momento se intentó esconder cualquier logo demasiado visible de Nike o Jordan de las prendas de Will (incluso hay un caso extremo en el que se tapa un Just Do It). He tardado casi 30 años en darme cuenta de que en la propia cabecera intentaron difuminar el Jumpman de la lengüeta de la Jordan V.

En la tercera temporada ya hay alguna aparición de adidas, pero en las tres últimas Will va variando de marca, zapatillas Reebok, adidas o Fila, camisetas And1 y apariciones de ASICS en las que se mostraban explícitamente los logos. Casi todas las referencias al estilo de El Príncipe de Bel Air tienen que ver con las primeras temporadas.

El Príncipe de Bel Air bebía descaradamente de algunas series afroamericanas y lo hacía sin ocultar sus referencias a través de apariciones de Arnold, The Jeffersons o Benson, pero a partir de un momento todas las referencias culturales del momento se quedaban en una gorra de Public Enemy, que para un adolescente en la España de principios de los noventa ya era mucho. Pero que en 2020 y una vez pasada la adolescencia, se queda en poco.

Algunas palabras sobre John Donahoe, el nuevo CEO de Nike

El nuevo CEO de Nike John Donahue no es nuevo del todo, era parte del Board of Directors del que ahora es parte Mark Parker, lo que parecía prever una transición moderada.

Sin embargo los perfiles de Parker y Donahue son muy distintos, el primero era un atleta (llegó a ganar un maratón, aunque fuera de medio pelo), conocía bien el producto (estuvo involucrado en el desarrollo de Air Max o ACG) y estaba muy interesado en el arte. De Donahue conocemos que jugó al baloncesto en el instituto, su pasado en eBay ¿y el presente?

Con motivo de la presentación del producto de Nike para los Juegos Olímpicos, Donahoe ha aprovechado para darse a conocer. En todas las entrevistas habla de sostenibilidad y lo hace hablando de cambio climático (recuerden que esto ya es un posicionamiento político) y lo relaciona con los atletas, el verdadero objetivo de Nike. Los Juegos de Tokio tendrán la temperatura más alta de la historia de los Juegos, por lo que Nike debe adaptarse a esas circunstancias y hacer todo lo posible para no empeorar la situación. Un dato que repite es que Nike es la compañía que más poliester recicla del mundo, que podría parecer exagerado hasta que piensas cuántas camisetas de fútbol se venden. Una lástima que justo después de todo esto diga que en el mes que lleva como CEO aun no ha repetido zapatillas. De primero de sostenibilidad, no a las compras innecesarias. 

Del pasado de Donahoe esperamos una tendencia digital, pero no habla de diferentes canales sino de herramientas para conseguir el producto que el consumidor quiere. Porque el consumidor no piensa en digital vs físico sino en el producto y la experiencia. La tarea de Nike es que ambas partes funcionen unidas para dar un servicio efectivo.

Otro punto a favor. Donahoe tiene un historial de integración honesta en sus anteriores empresas. Es cierto que Nike siempre ha tenido una imagen relacionada con las minorías, pero también se le ha criticado una «cultura empresarial» profundamente contraria. Aunque todo aquello no saliera de las oficinas centrales.

Muy repetida estos días está siendo su respuesta sobre sus competidores alemanes, adidas y Puma, de los que afirma que nunca ha oído hablar. Evidentemente se trata de una broma para explicar que Nike está más interesada en su trabajo que en el de los otros, pero

  1. No es del todo cierto, adidas no importa cuando está controlada, pero durante los primeros meses del Boost Nike temblaba.
  2. Nike tiene una imagen de prepotencia que es difícil olvidar con comentarios como ese. Y lo sé, cuando eres muy superior en ventas puedes permitirte ciertos comentarios pero quizás por eso mismo no debería hacerlos. Para una muestra del comportamiento contrario, adidas presenta su nueva zapatilla para maratón y en ningún momento entra en polémica con Vaporfly.

Otra constante en sus primeras entrevistas. China, China, China. Como las entrevistas eran para medios estadounidenses y europeos, nadie pregunta por la noticia de Nike del momento, su huida del mercado latino, dejando en manos de distribuidores la estrategia de la marca para Argentina o Brasil. Es cierto que en 2020 es mucho más sencillo controlar el trabajo de un distribuidor pero ¿alguien conoce un país en el que el trabajo del distribuidor no haya implicado una caída de la marca? En un mundo en el que todos tienen acceso a conocer las experiencias de una marca en Shanghai, no le veo demasiado sentido dejar tu marca en manos de un distribuidor. Corrijo, hay un sentido. Nike se asegura unas ganancias fijas del distribuidor.

Un último detalle sobre Donahoe. Si no le habéis visto nunca, es el hombre del pelo canoso que apareció en la presentación de Nike junto a Drake, Virgil Abloh y Rosalía. Ya veremos por dónde se desarrolla el trabajo de Donahoe como CEO, pero lo primero que podemos decir es que Mark Parker posaba mejor.

NEW YORK, NEW YORK – FEBRUARY 05:(L – R) Edward Enninful, Virgil Abloh, Rosalia, Drake, John Donahoe, and Gabby Douglas attend the 2020 Tokyo Olympic collection fashion show at The Shed on February 05, 2020 in New York City. (Photo by Bennett Raglin/Getty Images)